El 9 de noviembre de 1989 cambió el mundo para siempre. La caída del Muro de Berlín forma parte de uno de los momentos más importantes de la historia del siglo XX. Este muro dividió Berlín en dos partes durante 28 años, separando a familias y amigos, pero sobre todo dos formas de poder político. Erigido a partir de 1949 por Hungría, y después por los demás países del bloque comunista, la Cortina de Hierro estaba compuesta de alambradas de púas, zanjas, construcciones de cemento, alarmas eléctricas, instalaciones de disparos automáticos o minas, que se extendían varios miles de kilómetros. En Alemania del Este, los dirigentes comunistas decretaron en 1952 una zona de prohibición de diez metros de ancho a lo largo de la frontera con la República Federal de Alemania (RFA), con vallas de alambres de púas y puestos de vigilancia. Así nació el Muro de Berlín. La ciudad quedó dividida en dos partes -una bajo control soviético, la otra occidental- entre las cuales se podía circular sin mayor dificultad. Unos tres millones de personas lograron encontrar refugio en la RFA a través de Berlín Oeste entre 1952 y 1961, huyendo de la República Democrática de Alemania.
En mayo de 1989, Hungría decidió abrir su frontera con Austria, lo que significó la primera brecha en la Cortina de Hierro. El 19 de agosto, más de 600 alemanes del Este, de vacaciones en Hungría, aprovecharon la apertura de un puesto fronterizo con Austria con motivo de un picnic paneuropeo para huir al Oeste, primer éxodo masivo de este tipo desde 1961. Los regímenes comunistas de Europa del Este comenzaron a caer y la URSS, entonces dirigida por Mijaíl Gorbachov, no intervino. La RDA vivió manifestaciones sin precedentes.
El 9 de noviembre, un alto dirigente de la RDA fue sorprendido cuando se le preguntó por la fecha de entrada en vigor de los nuevos derechos de circulación para los alemanes del Este. “Que yo sepa, inmediatamente”, balbuceó ante la prensa. Su respuesta desencadenó una riada de miles de berlineses del Este hacia los puestos de control, donde los guardias, confundidos, terminaron levantando las barreras. Durante la noche, los berlineses eufóricos celebraron el acontecimiento encaramados al muro, y después comenzaron a destruirlo con picos. En los dos años siguientes, la URSS se desmoronó.