La tensa relación entre Brasil y Argentina consecuencia de las diferencias ideológicas de sus presidentes, parece comenzar a despejarse. El canciller Felipe Solá llegará a Brasilia hoy, a las 22, en compañía del embajador en Brasil, Daniel Scioli, y del secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz. Como dejó entrever el presidente Jair Bolsonaro, es altamente probable que reciba al ministro en el Palacio del Planalto. En esta cumbre diplomática hay asuntos económicos clave: la prioridad es impulsar el comercio bilateral, que cayó a la mitad de sus épocas de gloria, cuando llegó a totalizar 40.000 millones de dólares.
En ese contexto de aproximación deberán insertarse las antiguas divergencias entre los jefes de Estado. En Brasilia hubo alguna incomodidad por la gestión de Alberto Fernández cuando estuvo en el Vaticano. Allí habló con el Papa para que reciba al ex presidente Lula da Silva, una agenda que debe concretarse en breve. Esas discrepancias entre Bolsonaro y Fernández no deben ser, sin embargo, un obstáculo: el presidente brasileño ya dijo que está “listo” para recibir a su par de la Argentina. Fue un día después de cuestionar políticas tomadas por Fernández, como las que rigen las indemnizaciones por despido.
Según las declaraciones de Solá en un balance de su gira por Europa: “Nosotros nunca estuvimos fuera del mundo. El mundo siempre nos mira y depende mucho de cuál es nuestra actitud. No vimos a nadie con condicionamientos ideológicos ni nada por el estilo”. Se refirió luego al pragmatismo en las relaciones diplomáticas a las que Argentina adscribe. Especialmente si se trata del gigante vecino sudamericano, que para el gobierno argentino es una apuesta prioritaria.