El derrumbe de la economía mundial, también llegó a los bonos argentinos con bajas que llegaron al 9% sobre todo en los papeles de corto plazo y el riesgo país superó los 3.200 puntos. Son números que se acercan mucho a los de default. Entre USD 25 y USD 30 es, por lo general, lo que valen los títulos en países que ya están en cesación de pagos. La brutal caída de las paridades en el marco de una durísima crisis financiera deja en claro cuál es el ánimo de los inversores. A esta altura son muy pocos los inversores que creen que la negociación puede terminar de una manera rápida y satisfactoria. Al contrario, se espera ahora más que nunca un proceso largo y con muchas idas y vueltas, donde el contexto internacional no ayuda en absoluto.
El ministro de Economía, Martín Guzmán, habló ayer por primera vez de la crisis desatada por el coronavirus y el impacto que podría tener en la deuda. Advirtió que el Banco Central ya no tiene reservas para atender los pagos que precisa realizar el Tesoro, pero también le hizo un guiño a los acreedores: “Todos tenemos que ser más flexibles en el marco de esta crisis global”. Ese concepto de “flexibilidad” apareció por primera vez en el discurso del funcionario y se trata de un reconocimiento de cómo ha cambiado el panorama. A principios de febrero, cuando se divulgó el cronograma para avanzar con la renegociación de la deuda, nadie sospechaba que se venía una crisis de estas proporciones.
La fecha límite que establecía aquel cronograma era el 31 de marzo, pero ya se considera incumplible. Sin embargo, el Gobierno tendría un amplio margen para evitar un default total. En los próximos meses vence mucha deuda en pesos, que en el peor de los casos será perfilada. Luego hay un vencimiento con el Club de París en mayo, un saldo de USD 1900 millones, pero la idea sería negociar una extensión del mismo. Y recién en octubre hay vencimientos relevantes de deuda bajo ley extranjera.