La muerte de decenas de soldados rusos en un bombardeo ucraniano en una región anexada por Moscú en el este de Ucrania provocó una profunda conmoción en Rusia y desató una ola inusual de cuestionamientos de analistas castrenses. En una extraña admisión oficial, Moscú reconoció que el ataque causó 89 muertos, pero varios comentaristas rusos favorables a la guerra citados por AFP consideraron que la cifra es mucho mayor. “El número de nuestros camaradas muertos sube hasta 89″, destacó el teniente general Serguéi Serdiukov en un video publicado por el Ministerio de Defensa. Kiev anunció que en el ataque lanzado durante la noche de Año Nuevo contra un edificio donde se alojaban reclutas rusos en la ciudad de Makiivka, en la región separatista de Donetsk, murieron 400 militares rusos y otros 300 resultaron heridos. Se trata de la mayor pérdida de vidas sufrida por Moscú en un solo ataque desde el comienzo de la guerra el 24 de febrero pasado. Tras la inusual admisión oficial de un elevado número de víctimas, analistas militares pro Kremlin cuestionaron el hecho de que el ejército había almacenado las municiones en el mismo edificio atacado con misiles donde se alojaban reservistas recién incorporados a las filas rusas. Incluso, criticaron el hecho de que se les permitió a los soldados utilizar sus teléfonos móviles, lo que posibilitó que el blanco fuera geolocalizado por los artilleros ucranianos. La cuenta de Telegram Rybar, con más de un millón de suscriptores, denunció la “ingenuidad criminal” de alojar a los soldados junto a un depósito de municiones cuya explosión habría agravado el número de muertos.
CONMOCIÓN EN MOSCÚ
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