Alberto Fernández, defendió el régimen populista de Nicolás Maduro y su decisión de promover a Gustavo Beliz como titular del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), lo que no le cayó nada bien al presidente norteamericano Donald Trump. La decisión se dio a conocer en medio de las empantanadas negociaciones con los bonistas para lograr reestructurar la deuda externa y evitar un juicio por default en los tribunales de New York. Fernández tiene profundas diferencias políticas con su colega de Estados Unidos, pero a través de sus segundas líneas habían articulado una fluida relación bilateral que se ejecutaba lejos de los bordes ideológicos. La Casa Blanca apostaba por Alberto Fernández, pero sus declaraciones sobre Venezuela, encendieron las alarmas en las cercanías de Trump. El Presidente argentino cuestionó la sistemática violación de los derechos humanos cometida por Nicolás Maduro y a continuación consideró que el régimen populista funciona bajo las normas básicas del sistema democrático. Diplomáticos, asumen que es imposible conciliar los crímenes de lesa humanidad con la vigencia irrestricta de leyes básicas que se aplican en una democracia moderna. Además de la mirada presidencial sobre Maduro, la decisión de Alberto Fernández de competir contra Trump en el BID causó malestar y tensión en la Casa Blanca. Estados Unidos, Colombia, Brasil y Uruguay, entre otros países de la región, apoyan a un funcionario norteamericano (Mauricio Clever) como titular del Banco Interamericano de Desarrollo. Argentina empuja a Beliz, y busca el respaldo de la Unión Europea. Si la diplomacia tiene cierta lógica, Claver vencerá a Beliz.
“La figura de Claver no es cuestionada desde el punto de vista técnico, es cuestionada desde el punto de vista político, porque expresa el ala más dura de la ideologización de la política de Estados Unidos hacia América”, opinó ayer el canciller Felipe Solá. Solá y Claver tienen cuentas pendientes: el canciller nunca perdonó al asesor de Trump que decidiera no participar de la asunción de Alberto Fernández cuando se enteró que había sido invitado el vicepresidente de Venezuela, Jorge Rodríguez, una pieza clave del régimen que lidera Maduro. Claver conoció tarde que Rodríguez estaba en Buenos Aires como consecuencia de una jugada de diplomacia secreta que ejecutaron Alberto Fernández y Trump. Pero al margen de las diferencias entre Solá y Claver, y los acuerdos secretos que entonces hacía Alberto Fernández con Trump, la elección de las futuras autoridades del BID están causando un fuerte ruido diplomático entre la Casa Blanca y la Casa Rosada. Las declaraciones del canciller ayudarían poco. En este complejo escenario diplomático, la negociación con los acreedores privados continúa dentro de un laberinto político y económico. Martín Guzmán asegura en Olivos que es posible llegar a un importante nivel de adhesión antes que concluya agosto, mientras que los fondos de inversión liderados por BlackRock aseguran lo contrario.